Ave solitaria, recorro el cielo con mis alas totalmente abiertas.
Ave solitaria, recorro el mar alejándome y acercándome a la orilla.
Solitario desde mi círculo de altura observo
lo fugaz que apenas se detiene y pierde, se pierde y se va
e invisible como todas las cosas, suelta el Amor y desaparece.
Ave solitaria, en la altura y como la rosa detenida del alba
observo el universo que llevo sobre mí
y tanta belleza de incompresibles formas
que crea una nueva forma y la llama El Hacedor.
Solitario poseo la intemperie
y nunca entenderé que el hambre sea una flecha, allí debajo,
y el frío y el sueño, la soledad y la rota vida también.
Ave solitaria, desde esta altura quisiera no ser más
ese ojo redondo que puede explicar en sus variados ejercicios de vuelo
cómo vivir mejor aún cuando se vivía indigente bajo la lluvia.
He nacido para vivir
muy solo,
como todas las cosas del universo
y aparearme por una ley de trampas de Belleza
y eterna continuidad de tantísimos simulacros.
Soledad:
hazme volar simplemente como un ave feliz sobre la Tierra.
Y así, entonces, podré observar con mis ojos redondos
la otra parte del mundo
donde Dios
sea igual que un barco amarrado a la esperanza segura,
y no como mis viejos párpados
que guardan tanta humillación.