1
¿Te acordás, Alejandra, cuando el adagio de Albinoni envolvía
tu cuerpo solitario, y arcángeles sorprendidos
volaban entre vidrios de colores arrojando ramos de luz?
2
Tan sola, tan frágil, tan dolorosamente abandonada
entre juegos de infancia que repiten y repiten
una misma canción. La que va a morir tiene
grietas en los labios y flores desteñidas arrancadas a su piel.
La que va a morir inventa una sonrisa que cuelga
de su rostro como diciendo Adiós.
3
Hace frío y tus manos dibujan una puerta que se abre hacia
un jardín vacío. Yo me iré, decías, sin saber, sin querer.
Abrazada a mi nombre, yo me iré sin saber.
4
Ruedan los dados sobre un tapete
Verde. Ruedan las palabras sobre la página en blanco. Ruedan,
ruedan hacia un destino incierto. He aquí la elección: escribir o morir.
Nada tan fácil, nada tan difícil. Y el espejo se rompe y la luz
se desvanece. ¿Alejandra, Alejandra, adónde vas?
Y desde ese silencio
Otra música nace.