REFLEXIONES EXISTENCIALES EN UNA NOVELA DE CORTE POLICIAL
Por Omar Ramos

La novela policial de enigma gira en torno a la investigación de un crimen y la narración de la averiguación que suscita. La pesquisa es liderada por un investigador, ya sea un policía, detective, criminalista, abogados o funcionarios judiciales como es el caso de la novela Siempre hay un faro, de Eleonora Devoto, publicada por la editorial Victoria Ocampo (2024)
La protagonista, Clara Lanteri, secretaria de una fiscalía, quien al decir de la narradora es “una justiciera mansa y amable” es propuesta en ese cargo por Pablo, fiscal federal de la provincia de Entre Ríos. A las cuatro de la mañana el comisario Chavez le comunica al fiscal la muerte del prefecto Santillán, presuntamente fallecido de un disparo en el pecho. El prefecto había intervenido en procedimientos por drogas, pero la escena del crimen nada aporta para su esclarecimiento a pesar de la autopsia. No había pruebas, sólo testimonios que no incriminaban a nadie. 
La novela se divide en tres partes: La muerte del prefecto ocurrida en Entre Ríos; Muerte en el consultorio (segundo crimen que aborda la narración) de la psicóloga Graciela Arias, caratulada como muerte dudosa, cuando Clara retoma su vida en Buenos Aires  y Destellos del Faro, sucesos ocurridos en Punta del Este cuando la protagonista decide reflexionar sobre su vida y un contexto nuevo demanda su participación. 
A juzgar por estos primeros párrafos estamos ante una estricta novela policial de enigma, pero en la medida que la narración, fluida y ágil, avanza, veremos que la autora rompe con el canon que indica que en este género las historias amorosas no tienen lugar, pues distraerían al lector del misterio principal. Con acierto, la autora omite esa premisa, y cuenta que Pablo y Clara llevaban a cuestas una relación de amantes, bastante armónica, con escasa pasión, diríase también de amigos e incluso de hermanos, define la narradora, en una segunda persona que es la voz de Clara, uno de los recursos literarios novedosos que utiliza Devoto, incluso lo emplea para imprimirle a esta novela un carácter existencial. “¿Cuál es entonces tu dignidad de autonomía, la de ser vos y no la secretaria del fiscal sin vocación de serlo”? Asimismo, la autora utiliza el estilo indirecto libre al pasar de la voz de la narradora al parlamento del personaje.
Hay reflexiones de la narradora “sólo pocos reconocen con sinceridad el agujero existencial y procuran llenarlo”, que eximen de estereotipos a los personajes, tan frecuentes en las novelas policiales, basta citar a Agatha Christie, sin desmerecer su destreza para crear atmosferas de misterio e intriga. También hay citas que menciona Clara en referencia a César Vallejo: “Hay golpes en la vida, golpes como el odio de Dios”; a Pessoa, en relación con el desasosiego y los heterónimos, o cuando menciona a Clarice Lispector al interrogarse qué es más importante “si vivir o saber que se está viviendo”. Estos pensamientos, esta introspección psicológica le da una justa densidad al texto que va más allá de la mera investigación de los crímenes.    
El final impacta, cuando Clara grita mirando el mar, ve el faro de la isla de Lobos, inalterable, como esas luces que a pesar de que encandilan nos entregan una luz de esperanza.
Eleonora Devoto ha publicado varios libros de ensayos, pero como dice la solapa de este libro, sólo precede a esta novela su Piedra, Papel y Tijera, una obra de tipo “almanaque”, cuentos y poesía, publicada en 2016. Está preparando cuentos cortos, cuentos para niños y coordina talleres de escritura y vivenciales.  

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