Lejos del relato edulcorado de los inmigrantes que llegaron en los barcos a transformar el país en "el granero del mundo" (porque nuestros abuelos además de "blancos" eran "trabajadores"), de los etéreos cuadros de mi amado Chagall, Ruth, Dimitri y su descendencia nos van a mostrar las penas, las heridas y las cicatrices de quienes son empujados a abandonar sus hogares, de los perseguidos, de los humillados, de los perdedores de las sociedades injustas y despiadadas.
Luis, narrador y protagonista de la historia, nos invita a acompañarlo, a develar secretos familiares, a conversar con sus fantasmas, a ver y a acariciar cicatrices, a asomarnos a su historia y a su alma. Con una narrativa precisa y una mirada empática desempolva recuerdos familiares y construye un relato profundo. Las cicatrices y dolores familiares lo atraviesan, lo interpelan y nos interpelan como habitantes e integrantes de este bendito país, cuya historia desborda de heridas, injusticias, miseria, perseguidos y heridas que aún no terminan de cicatrizar, mientras se siguen causando otras tan parecidas a las de nuestros ancestros.
Un relato profundo, inteligente y conmovedor. Imperdible.